La escuela de Alejandría constituyó la fuente principal de la que emanaron las sociedades secretas occidentales.

La mayoría de los iniciados se habían refugiado en Oriente, y hace relativamente poco tiempo, fue revelado al Occidente que en la India, y sobre todo en el Tibet, algunas fraternidades ocultas conservaban intacta la síntesis antigua.

Pero la existencia en Oriente de dicha ciencia nos interesa me­nos que la historia del desarrollo de las sociedades iniciáticas en el Occidente.

Las sectas Gnósticas, los Árabes, los Alquimistas, los Templa­rios, los Rosacruces y, por último, los Masones, forman la cadena occidental de transmisión de la ciencia oculta.

Una simple ojeada sobre las enseñanzas de estas asociaciones nos permitiría comprobar que la Masonería actual ha perdido casi por completo el sentido de los símbolos tradicionales, que constituía precisamente el depósito que debía transmitir de edad en edad.

Todas las ceremonias del ritual aparecen ridículas al grosero sentido común del abogado o del tendero, vivientes representantes en la hora actual, de las profundas enseñanzas de la antigüedad.

Debemos, no obstante, hacer algunas excepciones en favor de ciertos grandes pensadores, tales como Ragon y algunos otros.

En resumen, la Masonería ha perdido el depósito que le fuera confiado, y, ella sola, no puede darnos la ley sintética que bus­camos.